Ni caminar ni correr, este es el ejercicio de 10 minutos que recomienda la NASA: «Es más del doble de eficiente que correr en cinta»

Con nuestras apretadas agendas, que nos dejan cada vez con menos tiempo, hacer los 150 minutos semanales de ejercicio de intensidad moderada necesarios puede parecer cada vez más inalcanzable. Los largos desplazamientos, las largas jornadas laborales o las obligaciones sociales hacen que incluso una sesión de 20 minutos parezca irreal, sin contar el tiempo que se tarda en ir y volver del gimnasio.

Por suerte, la NASA podría haber encontrado una solución con el ‘rebote’. A pesar de que se asocia principalmente con menores de 10 años, el rebote (o mini-trampolín) ha ganado mucha popularidad en los últimos años, con celebridades como Eva Longoria y Michelle Keegan uniéndose a él.

El estudio de la NASA

En 1980, la NASA realizó un estudio y descubrió que 10 minutos rápidos de rebote eran hasta un 68% más efectivos que 30 minutos de trote.

Ocho participantes, de entre 19 y 26 años, caminaron y corrieron en una cinta de correr a cuatro velocidades y saltaron en un trampolín a cuatro alturas. Se midieron el consumo de oxígeno, los niveles de aceleración y la frecuencia cardíaca.

Los resultados indicaron que, para niveles similares de frecuencia cardíaca (FC) y consumo de oxígeno (VO2), la magnitud de los estímulos biomecánicos fue mayor al saltar en un trampolín que al correr. En otras palabras, el trampolín impuso mayor estrés físico a los cuerpos de los participantes (músculos, huesos y articulaciones) que la cinta, a pesar de que sus corazones y su respiración funcionaban al mismo nivel en ambos casos. Sus cuerpos absorbieron más fuerza al rebotar y reaccionar a la inestabilidad del trampolín.

Además, el trabajo externo producido a niveles equivalentes de consumo de oxígeno fue significativamente mayor al saltar en trampolín que al correr. Cabe destacar que la mayor diferencia fue de alrededor del 68 %. Por lo tanto, el rebote también exigía un mayor esfuerzo físico (saltar más alto, moverse más y tener las articulaciones y los músculos más activos) que correr, incluso cuando el corazón y los pulmones funcionaban al mismo nivel. El salto en trampolín ofrecía un entrenamiento y un desafío más intensos.

El estudio también reveló que el consumo de oxígeno al saltar era «a veces más del doble de eficiente que al correr en cinta», lo que significa que los participantes podían usar la misma cantidad de oxígeno para producir el doble de trabajo en un trampolín. Los tiempos de recuperación también fueron más rápidos, lo que lo convierte en un entrenamiento ideal para quienes desean ver mejoras más rápidas en su estado físico.

1. Entrenamiento de cuerpo completo y de bajo impacto

Al rebotar, el soporte de la suave colchoneta del trampolín y las cuerdas elásticas absorben hasta el 85 % del peso del aterrizaje, reduciendo el impacto en las articulaciones. «Esto permite que el rebote sea a la vez de alta intensidad y bajo impacto, además de un entrenamiento que puedes seguir practicando mucho más adelante», afirma Aly Giampolo, fundadora del método de fitness ‘The Ness’. Si bien correr es principalmente un entrenamiento para la parte inferior del cuerpo, el rebote distribuye la fuerza por todo el cuerpo, reduciendo la tensión articular.

2. Mejora la aptitud cardiovascular

A pesar de esto, desarrolla la resistencia y la aguante de forma similar a cualquier sesión de cardio. Un estudio de ACE realizado con 24 estudiantes universitarios que realizaban un entrenamiento de rebote reveló que su frecuencia cardíaca promedio era del 79 % de su frecuencia cardíaca máxima y el consumo de oxígeno promedio era del 59 % de su capacidad máxima. Ambos valores se encontraban dentro de los rangos establecidos por el Consejo Americano de Medicina del Deporte (ACSM) para mejorar la aptitud cardiovascular.

Conclusión

Si de verdad estás pensando en probar este entrenamiento, considera invertir en un trampolín. Luego, ve acostumbrándote poco a poco. Giampolo recomienda usar el rebote de tres a cuatro veces durante la primera semana, aunque sea en periodos cortos de cinco a diez minutos, y luego ir aumentando gradualmente hasta llegar a ejercicios como el rebote alto, los saltos de tijera y las patadas.

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